Historia:

La mitología griega cuenta que Apolo estaba enamorado de una ninfa: Dafne (laurel). La perseguía constantemente; por lo que, Dafne le pidió a Gea, diosa de la tierra, que la salvara, y, esta la convirtió en un árbol, el laurel. Apolo se hizo una corona con las ramas del árbol y, quedó el laurel como símbolo de la adivinación. Y, esto no es extraño, pues las hojas de laurel, al quemarse hace que sus principios activos se liberen, y, estos hacen tener alucinaciones.

La mitología romana cuenta que Latino al fundar la acrópolis, que era el lugar más alto y donde habitaban los reyes, encontró Laurel y, por tanto, se tomo como símbolo del honor y la realeza.

En el cristianismo, es una de las plantas con las que se recibió a Jesús a su entrada en Jerusalén, además de las palmas.

Planta:

El conocidísimo laurel lo encontramos en la vertiente mediterránea, en forma de arbusto, aunque, si se deja, con los años puede convertirse en un árbol de hasta 5 metros de altura. En maceta puede alcanzar los 2 metros. Suele tener un follaje verde oscuro y perenne.

De este árbol se suele utilizar las hojas que se pueden recolectar durante todo el año. La hojas secas suelen tener un sabor muy intenso, pero también se pueden utilizar sus hojas frescas. Los aromas que contiene notas de madera, florales, de eucalipto y clavo.

Cocina:

Es condimento esencial en casi todos los guisos, en platos tanto de carne como de pescado. También se utiliza para los adobos. Muy utilizado en casi toda Europa.

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